Sancta Catholica Ecclesia (Cristogramma jesuítico)

«Sancta Catholica Ecclesia»; "Santa Iglesia Católica", en este rincón de la historia de España, defensora por antonomasia de la integridad del dogma católico, la Iglesia de Cristo tenía que tener también su lugar. España es la nación que puso sus destinos al servicio de un ideal religioso. Una fe que desde sus inicios vertebra su historia; le otorga su primera unidad con la conversión de Recadero y el III concilio de Toledo, y tras la invasión musulmana se mantiene como el único bastión que contuvo durante siglos las oleadas de la yihad, y que logró recuperar su unidad perdida.

"Cuando hay que descubrir un Nuevo Mundo
o hay que domar al moro,
o hay que medir el cinturón de oro
del Ecuador, o alzar sobre el profundo
espanto del error negro que pesa
sobre la Cristiandad, el pensamiento
que es amor en Teresa
y es claridad en Trento,
cuando hay que consumar la maravilla
de alguna nueva hazaña, los ángeles que están junto a su Silla,
miran a Dios… y piensan en España".
José María Pemán

España asumió su destino en la historia como un empresa divina, casi como un nuevo Israel. Creo un imperio global, bajo las alas de una civilización basada en el legado Greco-Romano y la fe católica. Y cada español así lo sentía, y ya fuera por mar o por tierra, las banderas españolas se pusieron en vanguardia, para frenar al turco o combatir la herejía, así como a los más remotos rincones del orbe llegó el ímpetú misionero de sus hijos.

“El diablo quiere destruir España, el diablo sabe los servicios prestados por España a la Iglesia de Cristo; conoce la misión de España, la evangelización de América por España, (...) el diablo ataca más a los mejores, y por eso ataca especialmente a España y la quiere destruir"".
Benedicto XVI

Por eso, la “cuestión” de España excede con creces a lo que hoy se llama España; porque se trata de un misterio que no “cabe” sus límites geográficos, sino que involucra a todo orbe hispano, y a todo hijo de la Iglesia.

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